
Fuente: @snix20 en Pinterest
Hola blog! El día de hoy tocaremos un tema suuuuper delicado. En realidad me pone muy contenta contar con el espacio para hablar de esto, nunca me imaginé que tendría la posibilidad de abrirme de esta manera. En este artículo hablaremos de la montaña rusa de emociones que producen los cambios físicos.
¿Alguna vez has pasado por un cambio físico no deseado? Son completamente normales y pueden aparecer en cualquier etapa de nuestras vidas por distintos motivos, ya sea por cambios hormonales, crecimiento, edad, un accidente, etc. Por ponerles un ejemplo, yo atravesé un periodo muy largo de acné severo desde tan solo los 11 años hasta los 16; más adelante tuve un episodio prolongado de orzuelos (durante todo el 2021), en donde estuve cerca de operarme para terminar el problema. Ahora viendo en retrospectiva y también mirando a mi alrededor, me doy cuenta que es más común de lo que yo pensaba y que si bien son problemas de salud, estos también tienen un impacto en lo emocional. Hoy, iremos etapa por etapa, para acompañarte, si estás pasando por algo parecido; o para que entiendas un poco desde fuera cómo si nunca te ha pasado.
1. Verte al espejo
Reconocer el cambio, verlo por primera vez en tu reflejo. Puede ser que sea uno de los momentos más duros de este proceso. A nadie le gusta despertarse y luego de la nada ver algo que no estaba ahí la noche anterior. En esta etapa, te voy a pedir que respires hondo, piensa en que ahorita te está chocando porque es el primer impacto. El primer impacto siempre pega duro, no te preocupes que no siempre será así. Conserva la calma y adopta una actitud proactiva, con iniciativa de resolver el problema (en vez de lamentarte).
2. Pensar en el pasado y la culpa
Si eres como yo, que me autoexijo demasiado, esta etapa te va a costar. Empiezas a recordar cómo te veías antes. Esa versión tuya idealizada se convierte en un punto de referencia que, sin darte cuenta, comienzas a perseguir con nostalgia (y a veces con frustración). Llegas incluso a preguntarte qué hiciste mal o llegas a echarte la culpa y a regañarte con los típicos: «hubiera echo esto o aquello para que esto no pase».
¡Deja de pensar en el pasado de ese modo! En lugar de pensar “quiero volver a ser la de antes”, intenta transformar ese pensamiento en “quiero sentirme bien de nuevo, aunque sea diferente a antes”. Anota en un cuaderno cómo te sentías en tus buenos días (no cómo te veías), y busca pequeñas formas de reconectar con eso. Piensa en la nueva versión de ti que nacerá a partir de esto, te prometo que serás más fuerte y sabia. Adicionalmente, no sientas culpa, estas cosas pasan precisamente para que podamos aprender.
3. Salir al mundo y soportar comentarios
Esta parte es muy difícil, pero toca hacerlo, el mundo no se detiene y hay clases, trabajos, o encuentros con amigas a los que tienes que ir. Salir con algo así de visible (un grano enorme, un orzuelo en su peak, una quemadura, etc) genera una sensación de vulnerabilidad. Los comentarios —por más bien intencionados que sean— pueden doler. Nunca falta esa persona que te recalca lo que obviamente ya sabes “¿tienes un grano no?”.
Ante estas situaciones, solo me queda decirte: paciencia. A lo largo de mi vida me ha pasado como 500 veces, y nunca deja de ser incómodo. No puedes controlar lo que otras personas digan, pero sí puedes controlar tu reacción a ello. Opta por lo que te deje a ti más tranquila, pero yo te recomiendo responder amablemente con la cabeza bien en alto, luego procede a olvidar, no le des muchas vueltas al comentario: a palabras necias, oídos sordos.
4. Sanar
Obviamente no vamos a quedarnos de brazos cruzados esperando que simplemente el tiempo resuelva el problema. Actúa. Primero infórmate sobre lo que te está pasando, de ser necesario, por favor visita un doctor. Segundo: asegúrate de entender a la perfección lo que te está pasando y si es posible, conoce la causa, para que no se vuelva a repetir. Finalmente, sigue al pie de la letra el tratamiento o las recomendaciones que te brinde el doctor; la clave para sanar es la constancia. Por ejemplo, si tienes un orzuelo, y no te pones las compresas de manzanilla caliente, no aplicas gotas o una crema; no saldrás de eso en mucho tiempo.
5. El después: cicatrices, manchas, marcas…
Qué difícil es salir de algo así y que quedé una huella física además de la emocional. Una vez tuve un grano tan grande que dejó una cicatriz circular (como un hundido) al costado de mi nariz, hasta el día de hoy la conservo. Girl, yo de primera mano sé que requiere de mucha valentía seguir con tu vida cuando hay algo diferente en tu cara…sobretodo sabiendo que puede ser para siempre. ¿Qué te recomiendo yo? Que por más difícil que sea, utilices esta oportunidad para resignificar esas marcas. Míralas como signo de tu valentía, resiliencia y fuerza.
En conclusión, los cambios físicos no deseados nos remueven desde muchos lugares. Son procesos que toman su tiempo y que nos hacen sentir mil cosas diferentes: preocupación, miedo, frustración, tristeza, esperanza, etc. Por eso, si estás transitando por esto, quiero que sepas que no estás sola; que así cómo tú, hay muchas más chicas pasando por lo mismo. ¡Yo he sido una de ellas y probablemente alguna vez me volverá a pasar! Quiero que sepas que tu cuerpo está haciendo lo mejor que puede y tú también.
Y si nunca pasaste por algo así, gracias por tomarte el tiempo de leer y entender. Ser empática con los procesos ajenos también transforma. No tienes idea de la diferencia que hace.
«Hablar sobre los sentimientos, miedos y preocupaciones relacionados con los cambios físicos puede ayudar a aliviar la carga emocional y a promover un mayor bienestar emocional.»
– Gómez, 2023
Referencias
Gómez, R. (2023). Cambios físicos y su impacto en el estado de ánimo. https://www.mentesabiertaspsicologia.com/blog-psicologia/cambios-fisicos-y-su-impacto-en-el-estado-de-animo